jueves, 28 de julio de 2011

Reflexiones de madres.

Hoy he tenido miradas, miradas de esas que matan, de las que duelen. Vamos, miradas de madre en general. Nunca, repito nunca, nadie conseguirá decirte tanto con tan poco, ni hacerte tanto daño sin querer hacértelo.
Era una de esas miradas de odio en plan "no te doy una hostia porque hay público, que si no te acordabas de las líneas de mi mano". Todos sabemos que nunca nos pegaría, pero también sabemos lo que esa mirada representa en realidad. Es el miedo de que saben que algo en nuestras vidas no va bien, que tenemos un problema, una preocupación, o simplemente que ese día estamos raros porque si. Entonces te lanzan esa mirada que a ti te hace mover los ojos a cualquier otra parte, pero que en verdad expresa miedo por ti. Es como un acto que significa desesperación o impotencia ante algo que se presenta en la vida, en tu vida. Cuando ella ya no sabe como hacerte reaccionar. Y lo que mas me jode es que funciona, que te sientes culpable, porque seamos sinceros, todos hemos dicho que nos suda la polla lo que nos diga, pero es la persona que mas apreciamos en nuestras míseras vidas. Te mira y ya sabes que algo va mal, jodidamente mal, y entonces te das cuenta de que la estás haciendo daño, y te duele, y mucho.
La mayoría de las veces intentas hacer lo que sea para cambiar esa situación. Coño, admitidme al menos que sin ella no sois nada, y me la pela que seáis tíos o tías eh, que para todos es igual. Si lo cambias es perfecto, se acaban los problemas. Pero si tu problema es emocional, o sea, a largo plazo, entonces tienes dos problemas: El inicial, y el que tu madre te lo huele. Probablemente es mas jodido el segundo que el primero, entre otras cosas porque el primero ya lo apañaras, pero el segundo solo significa que tienes que apañar el primero fingiendo ser normal, para que tu madre no se meta. Todos sabéis que lo hace por vuestro bien, ¡joder, faltaría mas!, y desde luego siempre se lo agradeceremos, pero a veces puede empeorar las cosas por eso de que tenemos una vida secreta respecto a su ser. Y dicho esto están las tías que no tienen secretos con su madre. Vale, no tienes secretos, si te vas de botellón le dices que te vas de botellón, ¿pero a que no le comentas como se preparan los 8 cubatas de Ron que te metes entre pecho y espalda? Que ella ya sabe que bebes es obvio, pero que eres una puta borracha no tiene por que saberlo ¿no? Reconozco que es una buena forma de vida, pero eso queridas no es no tener secretos, es dar las verdades a medias.
Volviendo al párrafo número uno cogemos la última frase. Es completamente cierta, y uniéndola a todo lo antes citado, digamos que a veces esas miradas, o en ocasiones broncas y charlas que a veces solo pretenden ser una forma para hacernos reaccionar , se convierten es una forma de hacer daño y de hundirnos. Y ahí comienza la desconfianza. El miedo a que te vea solo, a que note un mínimo cambio en tu vida. Es entonces cuando debes convertirte en un profesional de "ser normal", y llegados un punto os puedo asegurar que ya no sabes si lo haces para que ella no lo note y no hacerla daño, o simplemente para que no halla bronca en casa, porque creedme, hay muchas, muchísimas broncas. Ellas, que aunque no lo hacen a posta les ocurre, se ponen irritables hasta llegar al mas puto extremos, al borde del precipicio. Me refiero a que todo les molesta. No sales, les molesta; no meriendas, les molesta; ves una peli, les molesta; recoges tu habitación, les molesta (?). Sí, sí, que lo siguen haciendo por tu bien, pero coño, ¿es que no te das cuenta de que solo me haces daño coño? Que yo te quiero mucho de verdad, pero que si no quedo es porque quiero estar sola, y eso también te incluye a ti, así que cálmate y déjame mi espacio por favor. Y cuando tu desesperas de ella y ella de ti, todo se convierte en una relación de apariencias: Yo finjo ser normal, tu finges que no te das cuenta de que estoy fingiendo. Os puedo asegurar que es una rutina tremendamente cómica y destructiva para ambos, pero se dice que el tiempo lo hace todo ¿no? Pues no, pero esas reflexiones las dejo para otro día.
Dicho todo esto señores les pido por favor que no fijan ser normales, que lo sean, y ante todo que cuiden de ese ser al que llaman madre, que nunca nadie merecerá tanto como ella.

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